Cuando llegan estas fechas y empieza a apretar el calor, todos tenemos ganas ya de vacaciones y es frecuente oír la frase: “Necesito desconectar”. Oímos decir esta frase incluso a las personas que disfrutan con su trabajo.

    Los niños han acabado el curso y, a pesar de ello, muchos siguen teniendo que madrugar igual porque sus padres siguen trabajando y hay que compatibilizar los horarios laborales con las actividades que hemos programado para ellos.

    Al acabar el curso, a muchos niños se les entrega un listado de tareas a realizar durante el verano y varios “cuadernos de vacaciones”. Es como si el día en que empezamos nuestras vacaciones, todos nos lleváramos trabajo a casa. La mayoría de adultos pueden “desconectar” totalmente, porque sus trabajos lo permiten, otros sólo podemos hacerlo parcialmente, pero, en definitiva, somos adultos.

    Los cuadernos de vacaciones a menudo constituyen una pesadilla para niños y adultos, hasta el punto de que muchos padres proponen a los niños que los hagan todos durante la primera semana de Julio y, así, ya pueden olvidarse. Otros prefieren olvidarse de entrada y posponen su realización hasta la semana anterior al inicio del nuevo curso escolar.

    Los libros son grandes amigos y compañeros a lo largo de nuestras vidas y nos ayudan a aprender, pero también hay otras formas de aprender que, en mi opinión, pueden ser tanto o más provechosas y, sin duda, más divertidas y motivadoras que hacer cuadernos de fichas. Las vivencias del verano nos pueden enseñar mucho tanto a niños como a mayores, es más fácil aprender qué es una cordillera, un delta, un cabo, viéndolo que estudiando unas explicaciones (que a veces simplemente se memorizan sin entenderlas demasiado bien) y viendo una fotografía de un libro. Es más fácil recordar las comunidades autónomas si van anotando el trayecto que hacemos, por cuántas pasamos, etc…

    Aprender en tres dimensionesPodemos repasar matemáticas de una forma divertida, como por ejemplo contando los kilómetros que hay de trayecto en cada una de las etapas del viaje que vamos a realizar, calculando las horas que vamos a pasar en la piscina en verano y transformándolas en minutos y segundos, haciendo la suma de los productos que hemos comprado en el supermercado o los importes de cada comensal en un restaurant, repasar las fracciones haciendo un pastel, etc…

    Aprender en tres dimensionesA veces, infravaloramos a los niños y pensamos que hay actividades que les van a aburrir, pero tienen más capacidad de aprendizaje de lo que imaginamos y pueden mostrar mucho más interés del que cabría esperar, incluso a edades muy tempranas. Cuando un niño es capaz de poner los ojos como platos viendo el Partenón y decir “¡es precioso!”, entiende fácilmente porqué Grecia ha sido una de las grandes civilizaciones y porqué es la cuna de nuestra civilización. Después, podemos jugar a buscar palabras que provienen del griego, repasar la acentuación, etc…

    Cuando hay emoción y motivación, el aprendizaje resulta más fácil y el verano y las vacaciones son ideales para que nuestros cerebros trabajen en red, en un “proyecto” en el que no hay líneas divisorias entre geografía, historia, lengua, matemáticas….

    Artículo escrito por la Dra. Mª del Mar Ferré Rodríguez